Sergio Avello

Obras
Biografía
Mar del Plata, Argentina, 1964 - Buenos Aires, Argentina, 2010
 
            La trayectoria artística de Sergio Avello recorre tres décadas de arte argentino en las que, desde diversos formatos y técnicas, su poética logró sintonizar siempre con las tendencias de su tiempo. Formado como pintor, su primer radio de acción fue la escena porteña de los ochenta, a la que llegó muy joven de Mar del Plata con el regreso de la democracia. Sus primeros trabajos, adelantando la pasión ornamental que arrastrará a sus contemporáneos una década después, consisten en pequeñas y minuciosas pinturas, que darán pie a experimentaciones posteriores con la luz y el sonido. Como peluquero, maquillador, montajista, asesor artístico, DJ, performer y drag tendió una red de relaciones que lo llevó a convertirse no solo en artista plástico, sino también en una figura clave del circuito under durante la década de los noventa.
            Así, esta etapa de su trabajo puede leerse a partir de la coexistencia entre una sociabilidad expandida, atenta a la necesidad de hacer comunidad y armar espacios de encuentro donde no los había, y una ductilidad plástica y formal concentrada en el color como objeto de estudio pictórico en el marco de las tradiciones del arte moderno abstracto. Su acercamiento a la luz y el sonido como materiales plásticos, pero al mismo tiempo como dispositivos que crean ambientes, constituyen un síntoma de esa unión entre estética y relacionalidad, construyendo una poética de la amistad a través del arte. Con el cambio de siglo, el trabajo de Avello tomó nota de la crisis económico social de la Argentina transformando las líneas lúdicas y contenidas de sus trabajos en intervenciones alrededor de símbolos de fuerte impacto público. Recurrió a la bandera como formato y, a través de la ironía, sumó una nueva capa de politicidad a su producción.
            En 2003, siguiendo esta línea, en plena invasión de Afganistán, utilizó la bandera de los Estados Unidos para una serie de obras: primero, como un estandarte luctuoso de la época en Oro Negro; luego, como un insólito símbolo de un neocomunismo, en 2003 y 2004; más tarde, en su versión rosada, como testimonio de la epidemia de HIV; y, finalmente, para denunciar la dependencia local, cuando fundió su diseño con los colores de la bandera argentina, en Argentina, hay quien te ama y hay quien te USA (2008). Esta irreverencia marcó un nuevo rumbo en su trabajo, cada vez más enfocado en subvertir cualquier iconografía oficial. Dispuesto a postular de manera subyacente una utopía alternativa a los grises modos contemporáneos de existencia, en su producción despunta la posibilidad de vivir en el placer del color.