Clorindo Testa

Obras
Biografía
Benevento, Italia, 1923 – Buenos Aires, Argentina, 2013
 
            Clorindo Testa, el maestro de las formas extrañas, nació en Italia porque su padre quiso que naciera en su tierra natal y tres meses más tarde regresaron al país en un largo viaje en barco. A los 16 años se fue a la ciudad de La Plata a estudiar Ingeniería Naval, fascinado por la construcción de barcos acorazados en madera que ensamblaba pacientemente en su casa. Viajó durante un año en tren de Constitución a La Plata hasta que tuvo que dar los exámenes y dejó la carrera. Sin saber todavía que podía estudiar arquitectura, Clorindo fue recorriendo distintas facultades hasta que finalmente llegó a la carrera que marcaría su vida y la historia de la arquitectura argentina.
            Después de recibirse, la Universidad de Buenos Aires le otorgó una beca para realizar un viaje de estudios por Italia, Francia y España. Fue en una pensión de Sevilla donde pintó su primer cuadro. Según cuenta él mismo, esa fue la primera vez que no reproducía algo que había hecho otro sino que intervenía sobre aquello que veía. En 1951, Testa volvió a la Argentina sabiendo que se quería dedicar a la arquitectura y a la pintura. Armó un estudio con excompañeros de la facultad y empezó a preparar una muestra para el año siguiente invitado por un galerista.
            Inspirado por Le Corbusier, el suizo de las construcciones más modernas del siglo XX, Testa plantó en la llanura pampeana estructuras que rompen con la naturaleza al mismo tiempo que se integran al paisaje. Levantaba edificios como quien hace una escultura y trabajaba el hormigón como si se tratara de un material maleable. En algún punto, muchas de sus pinturas representaban el trazo fino de ciudades futuras. Su obra artística fue forjándose en diferentes etapas. Su primera exposición se realizó en 1952, en la galería Van Riel, momento en que sus obras estaban ligadas a la figuración. Hacia mediados de los años 50, se inclinó por la abstracción libre; y, entre 1960 y 1965, se integró al informalismo y trabajó solo con blancos, negros y grises. En los años 70, recobró el color y una figuración que permea los códigos de la arquitectura para abordar una temática ecológica y humanista en la que la historia y la actualidad abren un debate crítico con tintes irónicos.
            Fue un arquitecto artista a la vez que un artista arquitecto, que encontraba perfectamente coherente instalar gliptodontes y barcos en el centro de la ciudad. Su obra El grito en el balcón (1975) expresa los dilemas de la arquitectura y nos guía en la comprensión de un momento social conflictivo, lo que da cuenta de su búsqueda incesante y reflexiva sobre su tarea. Es que a través de sus dibujos, pinturas, esculturas e instalaciones, Testa planteó, desde la meditación del arquitecto, la vida en la ciudad y los problemas urbanísticos, las implicancias históricas de las pestes o los mitos de la historia americana y argentina para dar forma a un legado plástico tan importante como singular.