Magdalena Atria

Obras
Biografía

Santiago de Chile, Chile - 1966

 

            Magdalena Atria es una artista visual chilena que busca dejar su huella por medio de diversas herramientas que oscilan entre lo lúdico y lo político. Aunque su carrera se inicia a partir de un interés particular en la pintura, su obra ha ido variando a lo largo del tiempo entre la escultura, la fotografía y la instalación. En su trabajo hay una marcada búsqueda de las posibilidades que habilita el lenguaje visual para transmitir ideas y emociones, para explorar el cruce entre la vida cotidiana y la espiritual.
            Segura de que una vida artística nos da la posibilidad de revelar una dimensión de la existencia y el mundo a la que sería imposible acceder de otra manera, en una masterclass que dictó en la Universidad Católica de Chile explica que uno de sus materiales preferidos es la plastilina, ya que le permite trabajar con algo familiar que le recuerda a su infancia, pero que a la vez puede transformarse y revelar nuevas posibilidades. Atria produce imágenes que se pasean entre lo geométrico y lo orgánico, que parten de estructuras matemáticas, pero sin dejar de lado la dimensión afectiva. Su trabajo es completamente manual, y a gran escala puede constatarse la complejidad de su producción, al tiempo que se percibe su huella en el material. La plastilina nunca se endurece, no es permanente. En contra de una idea inmutable del arte, Atria persigue el cambio, la metamorfosis, y para eso utiliza un material vivo que se modifica con la temperatura y se deforma si alguien lo toca.
            Sus piezas llevan adelante una empresa que puede parecer imposible: combinar el juego, lo sensorial, los colores y las formas con temas de conocimiento público como, por ejemplo, el asesinato del fotógrafo argentino José Luis Cabezas. Elige, siempre, una perspectiva alternativa. En este caso, trabajó a partir de la rama que detectó la cámara del fotógrafo. Este elemento es propio del curioso arte de la rabdomancia, en el que se utiliza una rama bifurcada de un árbol para detectar depósitos de minerales, tesoros enterrados y objetos o personas escondidos o perdidos, a través de la detección de las radiaciones que éstos emiten.  En la serie, denominada “Rabdomante”, Magdalena Atria reproduce este elemento, lo pinta, lo carga de significado, lo da a conocer; a la vez que encuentra un nuevo modo de reflexionar sobre un asesinato no resuelto.
            En una doble acción en la que lo lúdico habilita la reflexión, en la que la dedicación artesanal sobre los materiales provoca obras impactantes, Atria expresa una intensidad que solo puede tener una artista que trabaja desde la planificación absoluta. Y sin embargo, a la vez, es capaz de dejar sus obras a la suerte del tiempo, convencida de que son algo vivo, algo con derecho a mutar a través de sus días.