Belkis Ayón

Obras
Biografía

La Habana, Cuba, 1967 - 1999

 

“El arte es la vía, la manera, la solución que encontré para decir lo que quería”. 

            Inspirada en la sociedad secreta afrocubana Abakuá, una fraternidad exclusiva para hombres que hereda Cuba gracias a la inmigración proveniente de Nigeria, Belkis Ayón encontró una manera de explorar la representación del rol de la mujer, la religión y los sistemas de poder. 

            La leyenda Abakuá cuenta que el secreto de la sociedad reposaba en un pez sagrado. Un pez que, además, era el portador de la voz del grupo, un canto tribal que enjaulaba la esencia de esta misteriosa cofradía. Sin saberlo, la inocente princesa Sikán lo capturó a la orilla del río y lo comió. Por temor a que revelara el secreto y pusiera en riesgo a los Abakuá, la princesa fue sacrificada por su propio padre, quien presidía la logia.

Belkis, que no tenía ningún tipo de relación con los Abakuá, crea un mundo y una simbología para contar esta historia. Con la poco conocida técnica de grabado llamada colografía, sus obras retratan momentos rituales y escenas de traición, esoterismo y oscuridad. Los personajes, en general, no tienen boca ni iris y parecen suspenderse en una oscura bruma rodeados de escamosas serpientes, que por momentos parecen protegerlos y, por otros, ahorcarlos. 

            “En realidad, los ojos en mi obra son lo que impresiona a la gente, lo que les intriga, porque son ojos que te miran muy directamente”, mencionó Ayón en una entrevista. “Entonces creo que no te puedes esconder, dondequiera que te muevas ellos están ahí siempre mirándote, están ahí haciéndote cómplice de lo que estás viendo.”

            Las figuras andróginas de sus obras se enroscan en silenciosas luchas de poder. Cada grabado parece la escena de una historia que no estamos seguros de estar autorizados a ver. Suspendidas en el tiempo, conjugan símbolos y lenguajes de todas las culturas y de ninguna, Belkis saca de contexto las cargas simbólicas y las vuelve propias para generar imágenes íntimas de un relato que no se define como realidad ni ficción.

            Con abundantes exhibiciones de su obra de todo el mundo, y luego de haber participado en la Bienal de Venecia dos veces, Belkis, a sus 32 años, se quita la vida dejando atrás un legado de curiosidad por la exploración cultural relacionada con la alegoría, el género y la identidad, plasmado en obras dramáticas y de halo sagrado. 

 

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