Eduardo Basualdo

Obras
Biografía

Buenos Aires, Argentina, 1977

 

            La obra de Eduardo Basualdo traza un territorio filosófico en el que operan sus creaciones. Su recorrido artístico, de casi veinte años de producción, lo ha llevado a exponer en diversas bienales alrededor del mundo como las de Venecia, Corea, Francia, Brasil, España y México. Mediante el despliegue en dibujos, objetos, esculturas e instalaciones monumentales, sus obras infunden el sentimiento de que el mundo es un lugar frágil y amenazante. La conciencia de los propios límites, la certeza profunda de una soledad existencial y el peligro de la contingencia y el azar, articulan una poética que otorga a la experiencia del espectador un lugar central.

            Partícipe de la célebre Beca Kuitca, entre otras, Basualdo trabaja con dispositivos que se mueven, reptan, giran, penden; motorizados y lumínicos, con artefactos afilados o grandes volúmenes de aluminio negro, sus obras interactúan con las formas del espacio en el que se emplazan y generan arquitecturas cortantes y dinámicas que los visitantes deben atravesar. Su obra Teoría - La cabeza de Goliat, expuesta en 2014 en el Palais de Tokyio en Paris,  era enorme escultura que pendía sobre los espectadores, obligando, como muchas de sus piezas, a una forma de recepción incómoda, que evita la pasividad, la contemplación y la explicación, para apuntar a una dimensión no racional, donde dominan las atmósferas tensas, las reacciones instintivas y las respuestas pulsionales.

            En sintonía con esta perspectiva, la morfología de su producción denota una mezcla de rusticidad y agudeza formal, cierto uso, premeditado, de un imaginario entre lo primitivo y lo quirúrgico. Lo que permite pensar sus trabajos alrededor de la idea de lo monstruoso. Los volúmenes y dibujos que pueblan su obra interrogan los modos en que está hecho un cuerpo, qué lo constituye y qué esconde, pero, también, qué es lo que le da vida. La luz y el movimiento aparecen como medios de vitalización mínima, que no solo dotan a las piezas de locomoción y luminiscencia, sino que además le dan un lenguaje extraño, conformado por el sonido leve pero persistente de los motores que los animan. Así, la producción de Basualdo contiene su propia narrativa y su propia teatralidad: sus exhibiciones pueden ser concebidas como escenas fronterizas, donde lo ordinario y lo ominoso se mezclan, en las que los volúmenes alcanzan un umbral humano que permite que las imaginemos trasladándose, pariendo, alimentándose, defendiéndose, agonizando.

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