Catalina Swinburn

Santiago de Chile, Chile, 1979

 

            Podría decirse que para Catalina Swinburn ser artista fue parte de un proceso natural. Nacida y criada en Santiago de Chile, su familia de origen formada por célebres pintores y arquitectos marcó el camino del arte.  Swinburn asume ese legado, que define como una herencia  pero también como una educación. Formada en Artes Visuales en La Pontificia Universidad Católica, estudió además fotografía y media. Esa mezcla de disciplinas hace que su trabajo incluya instalaciones, performances, fotografías y esculturas, todas hiladas por el tema de la memoria.  

            Su trabajo, un bricolage sincrético, incluye la serie Fisuras como metáforas (2017). Ahí despliega un conjunto de obras de gran tamaño elaboradas en papel que profundizan su preocupación por el destierro de obras arqueológicas que luego se exhibieron en otros países como símbolo de poder. Cada pieza, construida como una suerte de origami con múltiples pliegues y fisuras, recupera a través del trabajo manual de documentación la memoria de múltiples territorios y tiene como resultado grandes mantos tejidos, presentados como metáforas de resistencia.     

            Su interés por las mezclas tal vez esté relacionado con su propia trayectoria y su posición como mujer artista latinoamericana. Actualmente, se mueve entre Santiago de Chile, Buenos Aires y Londres, una combinación que produce preguntas sobre la identidad y los modos de mirar el mundo: sus obras se interrogan sobre las diversas perspectivas subjetivas, los procesos de transculturación, mestizaje y las múltiples realidades. Desde su punto de vista, un artista es quien produce una obra que puede ser contemplada y emocionar; pero, también, es quien produce obras que permiten experimentar y reflejar algo de la historia, la política y lo social del lugar.