Liliana Maresca

Obras
Biografía
Buenos Aires, Argentina, 1951-1994
 
            Liliana Maresca fue una artista inclasificable, realizó pinturas, esculturas, instalaciones, fotos, poemas y performances que presentó más de 40 exposiciones individuales y colectivas. Además, organizó eventos que la convirtieron en un punto de encuentro y nexo de la comunidad artística de la ciudad de Buenos Aires durante los años 80 y principios de los 90. Fue articuladora de varios proyectos artísticos claves como La Kermessey La Conquista. Murió pocas semanas después de la inauguración de su última muestra. En su corta pero intensa vida se convirtió en centro y amalgama de la escena artística underground posdictadura.
            Rebelde y atípica, para huir de la asfixia familiar, se casó con un médico y vivió un tiempo como una señora del barrio de Belgrano. En esa época empezó a dibujar intensamente. No encontraba su lugar en el mundo, por lo que tuvo que inventárselo. Aburrida de la vida de esposa, se separó y se mudó a la calle Estados Unidos 834, a un PH antiguo y semiderruido. Para subsistir, decidió alquilar las habitaciones. La casa se fue poblando y ella, poco a poco, se convirtió en la dueña de una pensión. Como una madre que recogía huérfanos, Maresca convirtió su casa de Estados Unidos en un centro de reuniones mítico. Los primeros objetos que Liliana realizó hacia 1982 eran basura apenas intervenida: latas, sillas desvencijadas, maderas podridas, cemento y sacos rasgados. Poco después empezó la superproducción: las fotos con Marcos López, la red de amigos, las performances, los carteles con frases. Entre ellos, se destaca uno en el que aparecía su número de teléfono bajo el lema “Maresca se entrega”, parte de una fotoperformance que realizó junto al fotógrafo Alejandro Kuropatwa y que se publicó en la Revista El Libertino.
            En ese momento de explosión creativa, Liliana se enteró de que tenía Sida. Por esa época, Liliana alquiló junto a Marcia Schvartz una casa en el Tigre, “Las Camelias”, situada en el río Caraguatá. Fueron probablemente las sudestadas las que llevaron las primeras ramas y raíces a sus pies. Con ellas, Maresca creó sus obras más silenciosas, las que, en el contexto general de su trabajo, aparecen como ofrendas mudas de un ritual íntimo. Así, los objetos brutales y sucios dan lugar a una obra más concentrada sobre sí misma, más precisa. En abril de 1989, en su primera muestra individual para la galería Adriana Indik, Maresca mostró No todo lo que brilla es oro, donde, investidas con la majestuosidad de las montañas, sus ramas y raíces emergían sobre bases de metal. Tal vez, sus lecturas sobre alquimia, que son de la misma época, hayan despertado su interés por la transformación de los metales e inspirado una obra que crea una continuidad sin sobresaltos entre las ramas y sus bases de bronce.
            La enfermedad, que hasta entonces Maresca había logrado mantener alejada, comenzó a avanzar. A principios de 1994 volvió a aparecer una meningitis que esta vez la encontró cansada. En ese momento, cuando las fuerzas parecían abandonarla, se le ocurrió hacer una retrospectiva de su obra. Ese fue el origen de Frenesí, su última exhibición, realizada en el Centro Cultural Recoleta. Fueron solo catorce años los que Liliana le dedicó al arte. Y, sin embargo, ese tiempo bastó para que su obra se volviera una referencia imprescindible en la historia del arte argentino contemporáneo. Incansable, Maresca conjuga lo sagrado y lo profano, lo político y lo sentimental. ¡A la Maresca, toda la obra que nos dejaste Liliana!