Clara Esborraz

Obras
Biografía
Santa Fe, Argentina, 1991
 
            Uno de los elementos más potentes del trabajo de Clara Esborraz es su conciencia generacional. Desde su temprana participación como becaria en La Basurita, un taller de formación para artistas visuales de la provincia de Santa Fe orientado a investigar la supervivencia de pasadas ecologías culturales, artísticas e institucionales, sus dibujos buscan darle forma a una experiencia del presente en tensión con el imaginario de lo juvenil. Si bien por su violencia manifiesta, los medios que emplea y los personajes que disecciona, su obra ha podido ser descrita como un revival del punk, su atención está menos orientada a la rebelión y al nihilismo que a la exploración de las condiciones actuales para configurar los modos de autopercibirse, construir la propia identidad y pensar las disidencias. Su producción puede entenderse, así, no como un canal de expresión, sino como una investigación sobre la incertidumbre de la época y la extraña relación entre libertad y precariedad.
            Ya radicada en Buenos Aires participó en 2017 del Programa de Artistas de la Universidad Di Tella y, en 2018, en la residencia URRA, donde refinó un repertorio de motivos contaminados por esta sensación común de fragilidad. El cuerpo y la piel, el espacio de trabajo, los circuitos afectivos, la domesticidad como hábitat siempre extrañado comenzaron a apuntalar una poética instalada en un examen cotidiano de las relaciones con los otros o del yo como otro. Asimismo, este horizonte autorreflexivo entre lo real y lo imaginario encuentra su formalización en las técnicas con las que trabaja. En sus numerosas exhibiciones individuales, el dibujo en birome –primero en negro y luego usando el modesto espectro de colores que se ofrece– se convirtió en una marca distintiva de sus piezas. También lo son los soportes corrientes, delgados y austeros que implementa, como el papel bookcel. El resultado es un empleo productivo de los materiales que contienen al mismo tiempo esta posibilidad y necesidad por inscribirse en el presente, pero que señalan el carácter provisorio y contingente de estas intervenciones gráficas. En contigüidad con sus dibujos, realizó también una serie de escenas performáticas en las que interroga la corporalidad como límite y como repetición contra el que se pueden pensar nuevas identidades. De este modo, sus obras toman la forma de pósteres y el espacio muta en habitación juvenil, en el espacio crítico de los experimentos con una misma.
 
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