Ernesto Neto

Obras
Biografía
Río de Janeiro, Brasil - 1964
 
            Para Ernesto Neto el trabajo del artista es inseparable de la conexión entre cuerpo y mente. Neto resalta el peso de la experiencia tanto para la vida como para la realización de sus obras. Estar en el mundo incluye experimentar los sonidos, la fuerza de gravedad, las relaciones entre los objetos y las personas. Neto se formó en la bucólica Escuela de Artes Visuales del Parque Lage y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro. Nacido y criado en esa ciudad reconoce varias influencias en sus creaciones. Una de ellas es la propia ciudad, ubicada al lado del mar Atlántico, en donde la vida adentro del agua es parte del cotidiano.
            La búsqueda del equilibrio entre la naturaleza y la ocupación humana es una de sus preocupaciones centrales, mostrar cómo los seres humanos levantan cada vez más barreras y límites para intentar mitigar el desequilibrio que generan en la Tierra. A su vez, reconoce una gran influencia de la comunidad indígena Huni Kuin, comunidad donde el vínculo entre hombre y naturaleza no está desligado, lo que le permite continuar explorando, pero desde otra cosmología, estas relaciones. Sus propuestas convocan siempre a algún tipo de inmersión: sacarse los zapatos, entrar a la obra y relacionarse físicamente con ella. La posibilidad de introducirse en sus creaciones es una constante que se mantiene a lo largo de su trabajo.
            Su irrupción en el mundo del arte internacional fue en la 49° Bienal de Venecia, donde presentó una instalación monumental titulada Ô bicho!, un homenaje a Lygia Clark, artista coterránea que formó parte del inclasificable y osado movimiento neoconcreto, que emergió en la década de 1960 en Brasil. La obra, un gran tejido de nylon extendido sobre el techo del que cuelgan una suerte de medias rellenas de cuentas de vidrio y granos de arroz, representa, según Neto, la piel de un cuerpo vivo, una superficie porosa entre el interior y exterior. La obra de Neto propone así una invitación doble. Por un lado, a la creación con elementos y estructuras simples pero simbólicamente potentes, elaboradas con técnicas como el tejido al crochet que aprendió con su abuela. Y también, a ser protagonistas de una aventura lúdica, a sumergirnos en sus instalaciones, que son estímulos para todos los sentidos: visuales, táctiles, auditivos y hasta olfativos.