Tomás Saraceno

Obras
Biografía
San Miguel de Tucumán, Argentina, 1973
 
            El impacto internacional de la obra de Tomás Saraceno lo proyecta como uno de los artistas argentinos de mayor reconocimiento fuera de las fronteras de nuestro país. Italia, Brasil, Colombia, Alemania, Dinamarca, Francia, Japón, Corea son algunas de las sedes que han hospedado sus peculiares mundos habitables. Formado como arquitecto en la Universidad de Buenos Aires, pero siempre atraído por el mundo de la ingeniería y la invención, Saraceno desafía los límites de la imaginación al hacer posibles y reales entornos que pueden parecer fruto, a primera vista, de una fantasía onírica o del universo de la ciencia ficción, enormes estructuras a escala real diseñadas para albergar vida.
            Luego de instalarse definitivamente en Frankfurt en 2001 para hacer un posgrado en arte y arquitectura en la Staatliche Hochschule für Bildende Künste Städelschule, la posibilidad de vivir en el aire se convirtió en una pregunta real para el trabajo del artista. Para darle respuesta, conformó un equipo de trabajo multidisciplinario con el que no solo buscó especular sobre las potencias y problemas comunitarios de una existencia aérea, sino que lo hizo ahondar en la convergencia entre la ciencia, la tecnología y el arte para pensar la sustentabilidad de las formas de existencia humanas y no humanas. Sogas negras tensadas a la manera de telarañas, módulos inflables y transitables como escaleras celestes, extensas superficies de bolsas reciclables intervenidas por niños, gigantes esferas transparentes y nimbadas, sus proyectos combinan una atención y una mímesis con el mundo natural, así como también recurren a los materiales y procedimientos industriales que ponen el foco sobre la coyuntura ecológica.
            En suma, el trabajo de Saraceno es una reflexión sobre las formas de inteligencia y organización alternativas, irradiadas por el mundo animal, vegetal y mineral que nos rodea, cada vez más expuesto a la depredación. Simultáneamente apocalíptico y utopista, su trayectoria deja como estela la pregunta real y urgente por la supervivencia del planeta, al mismo tiempo que da respuestas fácticas construyendo mundos fuera de este mundo: museos eólicos arrastrados por el viento, nubes capaces de fungir como refugios, jardines flotantes, enormes nidos reticulares.