Laura Códega

Obras
Biografía

Buenos Aires, Argentina, 1977

 

            Laura Códega cultiva su mundo como si se tratara de una cronista en un mundo de ciencia ficción. Tal vez sea su formación como periodista la que le permite borrar cualquier atisbo de optimismo e ingenuidad y explorar los baldíos de la cultura contemporánea para pensar qué formas de vida comunitarias pueden germinar ahí. Viejas revistas médicas y gráficas de medicamentos, una huerta realizada a partir de chatarra electrónica o la instalación de un espacio de arte en una cerrajería localizada en el subterráneo, marcan los comienzos de su trabajo, oscilando entre un lenguaje plástico, un interés por la dimensión instalativa, casi escenográfica, de sus dibujos y objetos y una vocación por la gestión de proyectos colectivos.

            Esta heterogeneidad será una característica permanente de sus investigaciones, lo que constituye el motor de su trayectoria: una continua búsqueda por lo impuro, lo otro, lo extraño, la mezcla. Seleccionada para numerosas becas y premios locales, su producción se proyecta como una gran zona de confluencia entre lo natural y lo artificial, lo cotidiano y lo maravilloso, las fuerzas de la vida y las fuerzas de la muerte. Su producción vuelve una y otra vez a uno de sus grandes problemas: el del relato y la ficción. Sus estudios y trabajos como montajista cinematográfica la dotan de una conciencia sobre los artificios de la narración, ya sea la historia de la constitución de las fronteras nacionales en los Estados Unidos, las escenas de El Facundo de Sarmiento, o la creación a partir de dibujos en lavandina de cosmogonías conjeturales.

            Códega experimenta la forma en que se construyen las narraciones, pero también el modo en que el público se conforma alrededor de ellas. A través de exhibiciones, proyectos cooperativos, films o piezas teatrales, Códega reflexiona sobre la dinámica por la que los actos discursivos, performáticos o gráficos cobijan la posibilidad de tornarse fundacionales y comunitarios. Así, con brea, jugo de limón, banana, pan o cuero de vaca, da luz a un universo de criaturas que pueblan tanto los relatos históricos como las ficciones más extravagantes de su universo.

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