Ivan Argote
Bogotá, Colombia, 1983
La irreverencia y la potencia satírica singularizan el trabajo de Iván Argote. A través de un amplio rango de medios, entre los cuales se pueden contar el vídeo, la performance, la instalación, la escultura, el dibujo y la pintura, Argote desarrolla una ética que lucha con la solemnidad de la experiencia estética y que se expresa sobre todo lo construido, con una mirada que tiende a ver el presente como un gran terreno de ruinas en el que el artista debe jugar.
En buena parte de sus intervenciones site specific, sobre piezas de los grandes museos, monumentos o espacios de la vía pública, Argote pone en evidencia su voluntad de vaciar los tonos grandilocuentes de los grandes relatos que sustentan a los objetos patrimoniales de la historia del arte y de la historia nacional. Así, busca recuperar espacios donde predomina el contacto humano y las formas de lo social. Bailando frente a la obra de Malevich, grafiteando una pintura de Mondrian, interviniendo piezas históricas, simulando derrumbes de monumentos, denunciando el avance de la gentrificación inmobiliaria de las ciudades y rescatando espacios de uso comunitario abandonados u olvidados, el artista repiensa las relaciones entre la memoria colectiva, las lógicas de poder en el espacio y las posibilidades de rebelarse frente a estas estructuras anquilosadas al trastocar los símbolos heredados.
Su ética es el resultado de un minucioso trabajo de observación urbana, una inclinación por la investigación de archivo y el meditado diseño visual para plasmar sus operaciones de subversión humorística. Con el mismo método, Argote trabaja con su memoria personal. A partir de un trabajo con el archivo fotográfico familiar, contrasta la visualidad del pasado sometida al tiempo y al deterioro con la visualidad contemporánea, marcada por su carácter sintético, plano y publicitario. En todo momento, su propuesta obliga a una participación activa por parte del espectador, cuya experiencia es incluida dentro del proceso de la obra, ya sea para verse interpelado, reflejado o acompañado. Anida en el centro del trabajo de Argote el deseo por rescatar, contraria a las formas de vida contemporáneas, una noción de lo común más abierta, libre e incondicionada.
