Mariela Scafati
Buenos Aires, Argentina, 1973
La figura de Mariela Scafati se mueve entre las relaciones y tensiones del lienzo y el cuerpo, el activismo y el arte, la teoría del color y el modernismo. Oriunda de Bahía Blanca, se recibió de la carrera de Artista Visual y Profesora en Artes Visuales. Vive y trabaja en Buenos Aires desde 1997 y desde 1998 coordina talleres de serigrafía de manera independiente y en diferentes instituciones. Se define a sí misma como serigrafista y queer, e integra la agrupación de Cromoactivistas, cuya militancia se basa en darle “palabra al color” y sostener que la utilización del color no es inocente, sino una apuesta a la emoción, un gesto micropolítico.
En su obra, la alquimia forma parte de su energía conciliadora que se expresa con un arte ligado al hacer y la acción, con piezas concretas e instalaciones que buscan plantear a la pintura no como una imágen sino como un objeto en el espacio, con su propia vitalidad. Reconocida por sus obras de colores plenos, Scafati describe su trabajo en sintonía con sus afectos, las personas con las que se relaciona, sus vínculos más cercanos y la manera en la que traduce las partes del cuerpo en pinturas: “Fabriqué y vestí. Abrigué un cuadro con un buzo y las manos de la chica que me gusta con las mías, porque acordate: perdí la noción de la distancia. Y por esta causa, hice otras cosas también: martillé, imprimí, pinté.”
En cualquiera de sus formatos, Scafati no renuncia al coqueteo con la figuración y juega con ropa, calzado y accesorios combinados con bastidores, en donde el cuerpo es pintura (¿o la pintura es cuerpo?) y se encuentra librado al arrojo de la gravedad y la morfología de la geometría perfecta. Sus bastidores suspendidos, a veces con cuerdas y poleas, a veces amarrados con la técnica japonesa Shibari, de gran connotación erótica, generan un estado escultórico inmersivo. Su paleta monocromática acentúa aún más la vinculación entre la pintura y el cuerpo, dándole a cada forma una identidad propia.