Nicola Costantino

Obras
Biografía

Rosario, Santa Fe, Argentina , 1964

 

            Desde su temprana colaboración en la fábrica de indumentaria de su madre, el interés de Constantino por la relación entre el cuerpo y los materiales que lo envuelven se convirtió en una suerte de marca tesonera de su trabajo. Antes de convertirse en una artista de talla mundial, pasó por talleres y fábricas, y realizó cursos específicos en los que se entrenó en moldería de silicona, en matricería, en el uso de espuma flexible de poliuretano, en taxidermia y momificación. Su amor por estas técnicas poco convencionales dan cuenta de los problemas que orbitarán alrededor de la obra de Constantino de manera persistente: la muerte, el uso y la liturgia alrededor de los cuerpos, el problema del doble.

            Su carrera artística comienza con una serie de experimentos con animales embalsamados y envasados al vacío. Mediante ejercicios de calcado, formó piezas y conjuntos escultóricos que incluían pollos encadenados, potrillos y terneros nonatos apretujados en cañerías y cajas, chanchos colgados de rieles motorizados. Esta fase de su trabajo anuda tanto sus primeras performances que giraron alrededor de la problemática de la comida a fines de los años ochenta, como a las etapas sucesivas de su trayectoria, abiertas a la experimentación con el cuerpo humano. En esta línea, aparecen series como Peletería humana, donde pone en juego su talento como modista y confecciona una colección de indumentaria realizada con silicona y partes del cuerpo humano, como anos, tetillas masculinas y pelo natural; serie con la que viajó a ferias y formó parte de bienales internacionales, como la de San Pablo y Liverpool.

            Otra de sus piezas más provocativas la realizó al someter su cuerpo a una liposucción para generar con el tejido adiposo extraído una línea de jabones de lujo, publicitados y presentados en el MALBA. Desde entonces, la artista ha trabajado de manera permanente con su propio cuerpo e imagen: ya sea para usarlo de soporte para citar la tradición surrealista de la fotografía moderna, para registrarse como actriz de su propia vida o para que encarne multiplicado el mito de Eva Perón en la Bienal de Venecia. En suma, la trayectoria de Constantino, autora de una obra incómoda y subversiva, interpela mediante una estética de lo abyecto los límites entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. Su obra se instala en esa frontera difusa, en la que lo ominoso y lo siniestro se disfrazan con las ropas de lo cotidiano.   

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